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domingo, 22 de septiembre de 2013

Muchos locos, mucha razón

FOTÓGRAFOS
Quizá la fotografía no sea más que un mero intento –un esfuerzo sobrehumano: maquinal– de trascender el tiempo. De perpetuarlo. De observar sus efectos y acariciar sus recorridos. De estremecernos ante lo que nos sobrepasa. Es más: todo fotógrafo juega con el tiempo.

Radiografía

Miguel Bellido

Un motín de reos en el Lurigancho da vida a una de las imágenes más impactantes donde el cadáver de un preso era deslizado con una soga por una de las paredes del pabellón.



Reportaje

Fidel Carrillo



La isla de la discordia la más grande de las islas que forman parte del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, actualmente Colombia ejerce dominio sobre la isla. Aunque Nicaragua reclamaba también soberanía sobre la misma y las islas adyacentes, la Corte Internacional de Justicia dictaminó la soberanía total de Colombia sobre el archipiélago. Ahora todo ha vuelto a cero y nuevamente los pobladores de San Andrés se encuentran sin nacionalidad, aunque eso a ellos –que viven de las divisas del turismo y la agricultura–, no les quita el sueño. Quizá sospechan que en el futuro próximo su modelo de vida será más común de lo que ahora se pretende. Y que lo que ocurre por el momento no es más que la arbitrariedad de un mundo globalizado que aún se debate en viejos colonialismos territoriales. O tal vez intuyen que están viviendo el sombrío anuncio de un nuevo tipo de conflictos.

Boris mercado

«¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé».
San Agustín de Hipona. Confesiones, Xl, 14, 17.
Si alguien fue niño o padre de alguno durante finales de los años noventa, seguramente habrá tenido la oportunidad de visitar lo que en esos años fue el Daytona Park. El parque temático abrió sus puertas en 1998, pero cerró poco después, en 2001, por motivos que nunca lograron esclarecerse.
Ha pasado más de una década desde que el Daytona Park dejó de funcionar.


Luis Gonzales

Cuba debe ser el museo más grande del mundo. Uno donde el arcaísmo se presenta con valor de glamour: esa que le otorga el vivir de espaldas al paso del tiempo. De allí que en las calles de La Habana aún circulen vehículos que se dejaron de producir hace décadas y que suelen figurar como reliquias en alguna ostentosa colección privada.








Enersto Bazán

Ernesto Bazán llegó a Cuba por primera vez en su vida y se deslumbró ante lo que veía: toda una nación aparentemente detenida en el tiempo. «Un lugar que me inspiraba humanidad y, al mismo tiempo, toda la crudeza de ella», recuerda ahora el fotógrafo.

Era el nativo de una isla que pisaba otra isla al otro lado del mundo.
Y entonces escribió. Envió una carta al régimen de Fidel Castro pidiendo autorización para visitar algunas instituciones simbólicas de Cuba. Ernesto Bazán, ya convertido en corresponsal internacional de prensa, sabía que si quería retratar a Cuba en toda su realidad, debía mostrar todo aquello que nadie nunca había mostrado.
Alguien de mucho poder había notado que en sus retratos en blanco y negro los cubanos siempre aparecían con dignidad. Aún en medio de la decadencia y la ruina.
En 1992, los cubanos no solo habían perdido su capacidad de adquisición económica sino también su propio yo. Sin embargo, cuando ves las imágenes de un cumpleaños o una mujer ofreciéndole el biberón a su hijo, percibes la vida tal como es.
Ernesto Bazán obtuvo el segundo lugar en el Word Press Photo en la categoría Historias Cotidianas. En 1995, el fotógrafo obtuvo el primer lugar en esa misma categoría. Las imágenes eran sobre lo que registraba en la isla.
Ernesto Bazán recibió otra misiva del gobierno cubano.
Esta vez se le prohibía dictar talleres. Alguien en el régimen consideró conveniente publicar un estatuto donde se imposibilitaba a los corresponsales de prensa internacional impartir lecciones de fotografía.
*Esta entrevista fue posible gracias al Proyecto NN Fotógrafos que organizó la conferencia de Ernesto Bazán en Lima

Luis Gonzales  





El malecón de La Habana es uno de los rincones más apasionantes y apasionados del mundo. La vida en Cuba no es fácil (esa es la expresión cubana por excelencia: “no es fácil”). La Revolución trajo a Cuba un sistema que ponía el acento en el ser humano, en la igualdad, en el “hombre nuevo”. Pero a las nuevas generaciones les cuesta encontrar sentido a un sistema que hoy revela una creciente fractura entre los dirigentes y la calle, entre las expectativas y la realidad. Hay educación, hay sanidad, hay un mínimo de supervivencia que no admite comparación con cualquier otro país latinoamericano. Y sin embargo hay anquilosamientos terribles. Como suele ocurrir en estos casos, el régimen cubano va varios pasos atrás de lo que son las aspiraciones de sus jóvenes. «El malecón es el único espacio en La Habana que permite los sueños aquel  lugar de reconocimiento de lo que los cubanos esperan y nunca llega: una frontera natural pero, al mismo tiempo, perversa.


Martin Pauca

No hace falta ser un profundo conocedor de los medios de comunicación para darse cuenta de que todos ellos esperan cambios en Cuba a partir del paso al costado que dio Fidel. Desde El País de España hasta el Abc Color de Paraguay nos dan a conocer cotidianamente lo nefasto que ha sido el régimen Castrista y cómo los cubanos fueron oprimidos durante tantas décadas. Esto no es de extrañarse, pero sí lo es el hecho de que mucha gente haya creído en esta versión de la historia y, por tanto, pretenda hoy ayudar a los cubanos a cambiar en pos de su libertad.
No hay peor ignorante que el que ignora su propia ignorancia. ¿No será Cuba la que nos debe ayudar a cambiar? Por si quepan dudas, un reciente Informe de la UNESCO[1] comprobó que el nivel educativo de los niños cubanos es por mucho superior al de los niños de los demás países de Latinoamérica. Tanto que, ante las dudas, la agencia de Naciones Unidas tuvo que regresar a Cuba para reexaminar a los niños y comprobar que no se trataba de un error. Christopher Marquis, del New York Times, calificó los resultados como una dramática diferencia a favor de los niños cubanos, a pesar de ser un país de economía marxista, cosa que le valió el embargo económico de los Estados Unidos desde hace más de cuatro décadas. 

Creer que los cubanos son los ciudadanos más acongojados del planeta, Y sí, quizá aquellos años debió haber sido una mejor época para dialogar, conocerse, enamorarse y sentir la vida. Y en ese sentido, Cuba podría ser el último reducto de lo que el mundo alguna vez fue.

Paul Vallejos, Oscar Miranda

Ana María, una veterana trabajadora sexual de más de 60 años conocida como 'La quinceañera', nos narró una descarnada y conmovedora crónica en las calles del Centro de Lima.
Con su oficio a veces recibe dinero. A veces solo comida. Pero clientes nunca le faltan. Para esta dama olvidada, el sexo con desconocidos es la única forma de recibir afecto en sus últimos años de vida.



Jose Osorio




Cajamarca es histórica no solo por ser la ciudad donde todo un imperio se perdió hace algunos siglos: en los últimos años sus aguerridos habitantes hicieron retroceder a las columnas terroristas de Sendero Luminoso y, por igual, a ciertas transnacionales mineras que todavía intentan devastar sus paisajes dedicados a la agricultura. En ese contexto donde el orgullo es parte de la tradición andina.

Expresan temas tan representativos de un mundo que se debate entre el pasado y la modernidad. Los integrantes del grupo lo explican así: «Nos dedicamos a la fotografía documental. Por el momento, sobre nuestras costumbres, manías y vicios. Porque creemos en los ensayos y las historias fotográficas como una forma de comprender la sociedad y la naturaleza del ser humano. Y aún más: las expresiones reales y los comportamientos honestos». Desde Cajamarca hacia todo el mundo.Y con identidad propia.

Marc Augé
La imagen es: 

La mejor y la peor de las cosas, orgullosos porque la imagen nos acerca a todo.
Walter Benjamin decía: «debemos escapar de la pesadilla mítica», de esos mitos originales horribles y caóticos, esos que hablan de brujas que se comen a los hombres. El filósofo creía que el relato era una forma de alejarse de esos horrores que, por lo general, se asocian con la indistinción en todas sus formas: entre el bien y el mal, entre los sexos, entre las generaciones. Ahora me pregunto si la abundancia de imágenes no estará provocando otra nueva indistinción, una muy peligrosa: los progresos tecnológicos nos llevan a tomar la imagen como si fuera real.
 En la actualidad la instantaneidad es la consigna del mundo.
Frente a esto, me planteo un momento más íntimo: el instante de la relación con nosotros mismos.

Hay una suerte de totalitarismo liberal muy pesado. ¿Qué podemos hacer?
A escala individual, creo que el único medio de escapar es tener una relación propia con el tiempo.

Rolando Angeles

Homenaje no para quienes aparecen en escena sino más bien – paradoja– para quien está detrás de ella. Y es que en esa época no existían las facilidades de la actual tecnología digital: todo se resolvía con cámaras mecánicas, rollos de negativos y revelados con químicos y cuartos oscuros. Sin embargo, el ya desaparecido fotoreportero ancashino Rolando Ángeles siempre supo captar el instante preciso para todos los medios de prensa por los que pasó durante 45 años.

Ser fotógrafo de alma es ser un privilegiado observador de la realidad, un testigo de excepción de momentos cumbre. Domina su entorno e interpreta la realidad con un enfoque crítico. El mundo, a través de los ojos de un fotógrafo, es más rico en mensajes, contenido... Y oportunidades. Buena vibra para aquellos observadores de la vida bendiciones.




[1] Cuba, el país mejor educado de Latinoamérica Diego Segovia Rebelión